El dirigente mermado
DE NUEVO, DE NUEVO, DE NUEVO; ¡EMPUJEN SIN CESAR! La victoria está detrás de estas puertas.
Esas eran las palabras que se
escuchaban unos meses antes. Ahora después de lo que ocurrió solo veo a un
ejercito derrotado y sin fuerzas, no se han quitado la vida porque nuestra
cultura determina que la muerte es solo para los que obtienen la victoria.
Regresemos al pasado, descubran porque este ejercito se encuentra en esta situación.
Somos vikingos nuestra cultura se
caracteriza por la sed de sangre y de victoria. Nuestras vidas son un caminar
bohemio siempre caracterizado por una cultura migratoria con itinerantes aventuras
llenas de actos heroicos, en nuestro lenguaje no existe la derrota. Cada que encontrábamos
un poblado que se resistía a nuestra sapiencia lo arrasábamos. Éramos letales, el
conteo de cabezas degolladas era nuestra medalla.
Cierto día llegamos a una ciudad ubicada
en un monte alto. El sol y la luna se saludaban, era una ciudad perfecta, su
belleza era sin igual, tenia todo lo que una sociedad necesita para ser
desarrollada. Decidimos hacerla nuestra y enviamos nuestro primer mensaje de
advertencia. Este no fue respondido, era como si nuestra fuerza no les causara
la más mínima impresión. Durante dos años aproximadamente asediamos la ciudad,
esta no presento ninguna señal de debilidad. Por el contrario, parecía que
nosotros mermábamos cada día que pasábamos en ese lugar. Hasta que llego ese fatídico
día.
Las puertas de la ciudad se
abrieron y fuimos embestidos por una avalancha de poder. Su curtido ejercito
desplomo nuestras defensas y nos hicieron huir como simples cerdos salvajes.
Llegamos al presente, nuestras fuerzas están a punto de llegar a cero, yo como
su líder siento que pierdo la fuerza. Sin esperarlo los pocos hombres que quedan
del ejercito fuimos atacados por una manada de lobos, estos nos diezmaron mas
de lo que esperábamos. Ya no éramos un ejército, solo una decena de hombres
desmoralizados con muchos huesos rotos, encontramos un hospedaje recóndito,
pedimos que nos sanaran y lo hicieron con mucho gusto.
Mientras la encargada del lugar
acomodaba nuestros huesos nos contaba como esa era una ciudad impenetrable,
pocas veces se avanzado más allá de las murallas principales. Su táctica siempre
ha sido la misma, esperar el desaliento y atacar con toda su armada.
Fueron días de frustración y
desanimo. Pero lo único que lograba pensar mientras me recuperaba era en los
recuerdos de las victorias pasadas y como solíamos ser un ejercito imponente. Entre
mas me ahogaba en los recuerdos de glorias pasadas, mas mi mente se nublaba.
Mis huesos se recuperaban lentamente,
podía observar mis heridas y como la sangre seca se desprendía lentamente, esta
generaba piel totalmente nueva y mas fuerte. Este fue el punto decisivo. SI quería recuperar
la gloria pasada del ejercito y hacerla mas fuerte tenia que hacerlos volverlos
a la raíz. No pasaron muchos días hasta que se rehízo el ejército. Próximamente
nos encontrábamos en marcha para saborear la sangre de la ciudad donde se besan
el sol y la luna. Esas murallas estaban a punto de caer.
El poder de la palabra de Dios
es la única capaz de regenerar el animo y combatir el desánimo. Nuestro esfuerzo
por buscarla debe ser nuestra primera prioridad, así en enfoque nunca se perderá
y estaremos siempre disponibles para derribar cualquier muralla.
Texto inspirado en:
Josué 1:9
1 Reyes 19:7
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