El joven, un coche y un tesoro
Todo está oscuro, ni si quiera la negrura del espacio exterior
puede llegar a igualarse con lo que en este momento me encuentro experimentando,
eso me hace pensar que me encuentro perdido y sin rumbo. Comienzo por caminar con
la incertidumbre de lo que me pueda pasar, tropiezo muchas veces, en la caída número
veintitrés solo decido no levantarme.
Esperando en el suelo frio noto que el lugar comienza a
calentarse, me pongo de pie y a lo lejos diviso una luz que comienza a iluminar
el lugar, mientras más observo la luz puedo detallar que se trata de un coche
de caballos, veo que se va acercando a mí, detallo su trayectoria y yo me
interpongo en su camino. Decido alejarme un poco, en el momento que pasa por el
lado mío puedo ver que el coche era especial. Los caballos eran blancos y su
conductor irradiaba una luz que no era natural ni artificial, esta provenía de
un lugar el cual yo no conocía.
Corro detrás de él, pero me es imposible alcanzarlo,
mientras este se aleja se topa con un bache y de su cargamento sale literalmente
fuego, un pedazo de este cae cerca mío. El conductor mira hacia atrás, me observa,
y dice:
Cuando
me alcances me la devuelves
No entendí muy bien el porque me decía esto. Mientras el
coche se alejaba la oscuridad volvía a empoderarse del lugar, cuando el coche desapareció
el lugar no estaba totalmente oscuro, gire mi cuerpo para buscar el origen de
la luz.
En el momento que encontré el origen me di cuenta de donde provenía
la luz y entendí las palabras del conductor. La luz provenía de una llama de
fuego, la misma no se extinguía si no que siempre era constante. Trate de
agarrarla con mis manos, pero me queme, la llama tomo un color rojo ardiente,
como si esta hubiera cambiado de estado de ánimo. No entendía mucho de su
funcionamiento, solo sabía que debía llevarla a su propietario. Me quite mi suéter,
me arrope mis manos para tratar de agarrarla otra vez. Cuando trate de
manipularla nuevamente esta quemo y consumió totalmente mi suéter. Me enfurecí
y le grité a la llama.
¿Qué
quieres? ¿Por qué me tratas así?
La llama sorprendentemente me respondió:
Hasta
que te dignaste a dirigirme la palabra, me preguntaba cuanto demorarías.
Yo un poco asustado y con la voz temblorosa decidí conversar
con ella.
-Didididisculpa,
¿Qué eres?
-Primero que todo esa no es la pregunta que deberías
hacerme, eso tu ya lo debiste haber notado. Soy una parte importante del
conductor del carruaje.
Yo no entendía mucho lo que decía, pero sabía que no debía quitarle
mi atención. Era bastante peligrosa. Sabia que era importante. Por eso decidí hacerle
una propuesta.
-Oye llamita el conductor del
carruaje parecía muy importante, el me encomendó devolverte a él. Quisieras
acompañarme hasta donde se encuentra el.
-Por favor no me llames
llamita, llámame por mi nombre. Me llamo mujer, y si voy acompañarte.
Mientras caminaba junto a ella comencé a sentir un frio terrible
debido a la pérdida del suéter. Mujer se acercó a mi diciéndome:
-Oye, Quiero hacer algo por ti.
A lo que respondí:
-Ah sí, ¿Qué podrías hacer tu
por mí?
-Por favor agáchate y descubre
tu pecho.
En el momento que hice esto mujer salto hacia mi pecho y al
ser una llama esta calentó mi cuerpo. Ella siguió en esto mientras caminábamos hacia
nuestro destino.
En ese momento las hojas del libro se terminaban y sus últimas
palabras decían:
La historia entre la llama y el joven es otra historia. Cerré
el libro y saqué una conclusión.
La mujer es como una llama. Si te osas tratarla mal te
quemara, no te puedes acercar a ella a menos de que ella te lo permita, su carácter
quema los aranceles de la ineptitud y la facilidad, su amor es capaz de derretir y calentar el corazón frio de la
soledad, su compañía genera la incertidumbre de un futuro sin igual y si quisiéramos
compararla con algo, con lo único que podríamos hacerlo es con el mismo Dios el
cual es misterioso pero su presencia nos incita a descubrir quién es el.
¡Feliz día Mujer!
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