La Atalaya Fragmentada

Decidí meterme en la máquina del tiempo y presionar el botón de viaje aleatorio, sentí como cada átomo de mi ser se desintegraba a través de una fina capa de electrones y estos me hacían sentir la electricidad y adrenalina de descubrir algo nuevo. Al momento de integrarme de nuevo sentí como caía por un precipicio, con desesperación trate de buscar algo en lo que aferrarme, pero no lo encontré, de la misma desesperación desmaye. Desperté porque una gota de agua golpeaba mi rostro, me di cuenta de que Dios había activado el ciclo de limpieza en el planeta tierra, en cuestión de minutos me encontraba totalmente empapado, comencé a buscar algo en lo que refugiarme y en la lejanía visualice una torre de vigía, me desplace ágilmente hacia ella y cuando llegue a la entrada vi que en el dintel decía:
“La Atalaya de la Gracia”
Entre en la misma, no pensé mucho en lo que decía en el dintel solo quería refugiarme del torrencial aguacero, al observar donde me encontraba  vi que todo su interior estaba realmente cuidado como si la torre siempre estuviera dispuesta a recibir a cualquier persona, mientras exploraba el interior de la torre sentía que mi cuerpo pedía a gritos algo de calor, la lluvia había comenzado los primeros síntomas de hipotermia, me quite la ropa que traía puesta y decidí  seguir explorando la torre. Mientras ascendía encontré un piso del cual exhalaba un calor confortable, decidí seguir el rastro de calor y halle una habitación con una cómoda chimenea, vi que había ropa seca y un poco de comida, vi mi desnudez y rápidamente tome la ropa y me envolví en ella, acto seguido decidí llenar mi estomago con la comida que se encontraba ahí, cuando me termine de alimentar decidí seguir escalando por la torre  y veía que entre más escalaba, los interiores de la atalaya mejoraban considerablemente. Sentí que la lluvia se había detenido así que decidí ir ágilmente hasta el último piso para observar las vistas que me pudiera ofrecer esta torre, sabía que me estaba acercando al último piso porque sentía la brisa ya pasar por mi cuello, pero algo me hizo detener abruptamente, había una puerta y un vigilante que me dijo:
El camino hacia el último piso va a estar lleno de constructores que estarán llenando con cemento las grietas y rupturas que las secuelas de la guerra han dejado
Decidí seguir adelante y mientras subía por la escalera no demore en encontrarme a los albañiles, algo me llamo la atención de estos, todos cantaban a una voz:
Estamos convencidos de que el que comenzó la buena obra en ti, la perfeccionara hasta el día en el cual el regrese”.
Sonreí, se me hizo conocido lo que cantaban, llegue al último piso y vi que las vista que me ofrecía la atalaya era de una gran ciudadela de oro, me deleite en la mismas, cuando ya tuve suficiente del paisaje decidí seguir mi camino sin rumbo, mientras bajaba escuche que los albañiles estaban haciendo algarabía, me causo curiosidad y decidí preguntarles a uno de ellos que ocurría, el me menciono que el arquitecto había llegado, como dice el dicho la curiosidad mato al gato, fui personalmente a donde el arquitecto se encontraba y me presente.
Tuve una larga conversación con el arquitecto en donde en resumidas cuentas me dijo que el viaje había terminado. Me comencé a deshacer como polvo, abrí mis ojos y vi que estaba parado frente a la máquina del tiempo.
Me di cuenta que el viaje que realice fue al interior de una persona, la cual se ha definido por ser una atalaya capaz de resistir cualquier ataque que se le presente, y que cada día va mejorando en sus cualidades, que ha servido como refugio de muchas personas y que el abrigo que ha proporcionado es el amor de ser una líder esforzada y valiente que se compromete a darles un alimento que los sostenga, para que ellos después descubran el futuro que Dios ha definido para ellos a través del ejemplo que ella presenta.
Por todas estas cosas puedo decir gracias Ana por el abrigo y el alimento que me has proporcionado y por ayudarme a visualizar el futuro que Dios tiene para mí.

¡Feliz Cumpleaños!

Comentarios

Entradas populares